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sus alumnos y con otros docentes y expertos para practicar y

elaborar materias a partir de las nuevas bases curriculares de

la escuela. “Ya estamos coordinados con lo que se pide a nivel

nacional para escuelas multigrado. Por fin ya no nos quedamos

atrás”, dice.

Con esto, los días en el valle se le han acortado. Ahora también

se encarga de mantener las baterías que alimentan los paneles

solares con que cuenta la escuela, un lujo para un pueblo que tiene

apenas dos horas de electricidad diaria entregada por un generador.

Sin ellos, los frutos de la conectividad serían imposibles, así que,

con sus propias manos, Hugo Cerda revisa los fusibles y lanza agua

con manguera para limpiar el techo vidrioso que mantiene con vida

a los computadores.

Con la energía que aquí se acumula, el plan del profesor es capacitar

a los apoderados para que aprendan a usar internet. También

quiere postular a un fondo que le permita levantar un parvulario

para los 25 niños de la zona, casi la cuarta parte de la población

del sector. La otra tarea que se ha autoimpuesto es la de manejar

bien las riendas. “Internet es encantador, seductor. Para unos

17

alumnos

tiene la

escuela:

9

mujeres

y

8

hombres

Cuando egresan de la escuela, los

alumnos van mayoritariamente

al internado de San Miguel

de Azapa.

“Un niño estimulado puede rendir lo mismo que otro, independiente

de dónde venga, de dónde esté y a dónde vaya”, dice. No sólo la

aplaudida cifra del Simce lo apoya. Cuando los chicos de la escuela

terminan sexto básico y se enfrentan al régimen del internado de

San Miguel de Azapa, los comentarios que le llegan ahora desde

allá son para inflar el pecho. “Se relacionan mejor con el entorno,

porque pueden hablar de las mismas cosas que el resto, lo que los

integra, los hace sentirse importantes y aceptados”, dice Cerda.

De nuevo, gira el anillo. “Ese es el cambio de vida que yo pregono”,

dice. De nuevo, se olvida de la maleta. “Esa es la promesa que yo

les hice”.

Desde el momento del milagro en que Hugo Cerda encendió el

computador, los avances en la formación de los niños del poblado

han sido progresivos y notorios, sobre todo en las asignaturas más

claves como Lenguaje, Matemáticas, Historia y Ciencias. Los viejos

libros que el profesor usaba como salvavidas ahora son más bien

el complemento para lo que se ve por internet durante las clases.

Cada mañana, a las ocho, los está esperando con los computadores

encendidos y con los contenidos del día, divididos de acuerdo al

nivel en que están los alumnos. Cuando Hugo Cerda por fin logra

que su nariz afirme los lentes, dicta un par de cosas y deja que el

grupo se lance libre a navegar y a descubrir.

La revolución ha alcanzado para mucho más. Él mismo ha vuelto

a clases, a través de un programa de capacitación coordinado

entre Entel y la Universidad Católica, en el que se conecta con