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el uso del
celular
aumenta en
promedio
300
minutos
por semana
El día en que Hugo Cerda giró su anillo y con esa mano encendió un
computador, los niños de la escuela presenciaron lo más parecido a
un milagro. “Fue descubrir un mundo distinto. Antes teníamos sólo
una visión de las cosas, pero con la llegada de internet supimos de
otras alternativas. Y ese renacer nos cambió la vida a todos en el
pueblo. Para siempre”, dice el profesor.
El milagro se multiplicó. Entel le entregó un computador con banda
ancha móvil a cada alumno, por lo que teclear y encontrar lo que se
buscaba era una magia interminable.
“Chile”, “fútbol”, “juegos”, “dinosaurios”. Todo estaba ahí adentro,
en una pantalla que no se cansaba. Ellos, tampoco. De hecho, las
clases se alargaban a costa de los recreos.
Con la conectividad, Hugo Cerda pudo reprogramar los contenidos
de la escuela tal como lo hacen las llamadas “multigrado”, en la
que en una misma sala participan alumnos de diferentes cursos.
En este caso, hay alumnas y alumnos entre primero y sexto básico,
que trabajan en la semana en las mismas asignaturas, pero en
diferentes niveles.
Dos de los niños más grandes lo acompañaron a la primera
capacitación en Santiago, en 2011, una oportunidad que también
sería simbólica, pues significaba ser recibidos y reconocidos por el
Gobierno como pioneros entre las 1.474 localidades más apartadas
de Chile que recibían la conectividad.
El viaje a Santiago también fue como abrir una ventana. El grupo
fue invitado a La Moneda, a un recital de Serrat, a presenciar las
estrellas en el Planetario, a recorrer calles inmensas, de edificios
que rascaban el cielo gris, con millones de veces más gente que en el
pueblo, con más ruido y menos calma. Al regreso, y cuando tuvieron
que contarle al resto del curso lo vivido, se encontraron con una
audiencia respetuosa, pero que tenía cierto aire distraído. “¿Qué les
pasa?”, les preguntó el profesor. Una de las chicas levantó la mano: