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esperando. “Me cambió todo, porque por fin pude asegurarme de
que me recibirían con mis cosas”, recuerda.
Desde ese momento, los 34 pescadores del sindicato que él preside
programan las entregas a la ciudad a través del celular. Y nunca
más perdieron un viaje. “El que diga que no le ha cambiado la
vida con la comunicación, no tiene idea de lo que está diciendo.
Ahora ya sabemos lo que hacemos. Vamos seguros a hacer los
trámites”, cuenta.
132
mil
minutos por
celular se
hablaron en
diciembre
en Huape
El que diga que no le ha cambiado
la vida con la comunicación, no
tiene idea de lo que está diciendo.
En esa misma época, el camino hacia Corral quedó pavimentado. El
pueblo no lo podía creer. Conectados y comunicados, Huape empezó
a recibir al flujo de turistas que antes, cuando desembarcaban en
Corral, ni se les ocurría doblar hacia la derecha del sendero, hacia
donde los letreros no apuntaban.
Esa conectividad les ha permitido a los huapeninos ingeniárselas
para no depender exclusivamente de los caprichos de un clima
presumido. Así como en julio la llamada “sacada del loco” se ha
convertido en una fiesta a la que concurren turistas con bototos,
también durante el verano, el pueblo entero trabaja recolectando
las algas que las olas botan en los días de más calor. Mientras
unos recogen, otros van en camionetas hasta el embarcadero para
llevar las plantas a Valdivia, donde las trabajan para hacer jabón
y champú.
Iván Garrido, en todo caso, ha mirado más allá de ese horizonte. Le
bastó cumplir los 15 años (ahora tiene 48) para entender que no le