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Nada amilanó a las 630 personas encargadas de montar las
instalaciones del proyecto. Hubo muchas ocasiones en que
debieron trasladar los materiales a lomo de mula, en un bote
de pescadores o tirando de carretas incrustadas en el barro. “A
todo este desafío, la gente que trabajó con nosotros respondió
con una entereza que yo no había visto nunca”, recuerda el
ingeniero Víctor López, jefe de proyecto de Entel que estuvo a
cargo de la planificación, el desarrollo, la ejecución y el control
general que comprendió este trabajo a lo largo de los tres años
de implementación.
Los frutos le cambiaron la cara a la adversidad. Y Gonzalo Veas,
gerente del área de Planificación e Ingeniería de Redes y Servicios
en Entel, y que estuvo a la cabeza de este proyecto, lo recuerda
como si fuera hoy.
Fue el 10 de septiembre de 2010.
La escuela de Valle de Chaca, que vivía pendiendo de un hilo por
la baja matrícula, fue elegida para inaugurar la primera etapa
del proyecto. Ese día llegaron las autoridades del Gobierno para
cortar la cinta ante los ojos de una decena de niños que habían
crecido escuchando radios extranjeras y que, al enfrentarse por
primera vez a internet, entendieron que estaban frente a una
magia inagotable.
“A partir de entonces, desde que vimos las caras de esos niños,
pasó algo sin explicación. Todos nos contagiamos de una mística
que nos hizo redoblar los esfuerzos para sacar adelante el proyecto
incluso acelerando los plazos establecidos”, recuerda Gonzalo Veas.
Ya nunca más fue lo mismo. Desde entonces, las reuniones de
planificación se extendieron fuera de las oficinas. El grupo se hizo
más cercano. “Nos pusimos una camiseta, pero por dentro”, dice
Víctor López.