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EDITORIAL
Estimados amigos,
Hace casi cuatro décadas Entel decidió que se debía construir una torre
de telecomunicaciones, para desarrollar mejor la misión de la empresa,
y así se inició la torre Entel. Sin embargo, las cosas nunca tienen sólo el
alcance inicial con el que se las idea o construye. Al pasar los años, esta
torre se convirtió en un hito urbano, característico, en medio de la ciudad,
generando atracción e identidad.
Muchos años después, el espectáculo de los fuegos artificiales del año
nuevo en 1991, abrió otra etapa, en medio de la expectación de los invitados.
Estos se han transformado con el pasar de los años en una fiesta, una
verdadera celebración de la ciudad al comenzar el año. Luego se incluyeron
modernos sistemas de iluminación, que nos permiten acompañar a la
ciudad a lo largo del año, siguiendo su pulso…sus colores. Quizás que más
nos deparará el futuro.
Más allá de la funcionalidad, se pasó a lo urbano y al “skyline”, para luego
ser parte de un hito cultural permanente.
Hoy en todo el planeta las ciudades modernas van más allá de su
funcionalidad, y por supuesto nosotros estamos en esa tendencia. Las
principales capitales del mundo han agregado valor a sus habitantes
acogiendo otras actividades como el deporte y principalmente el arte. Un
arte para incluirlo en sus vidas y no solo mirarlo desde la distancia.
Entel no está en la calle solo con la torre Entel. Entel está presente con sus
antenas, con su conectividad, con su servicio. Nuestros servicios están en
las casas, en los edificios, en las oficinas, pero también en las calles, playas,
plazas y campos.