CONECTANDO CHILE

143 un universo y que cuando salgan de Troyo tendrán muchas cosas en común con los jóvenes de Lonquimay, de Lautaro, de Temuco y del mundo. Cuando, pasado el mediodía, el cuerpo exige ser alimenta - do, las alternativas en Villa Troyo se reducen a una sola. Hay que cruzar por el medio de la pista de carreras a la chilena que espera con paciencia días más animados, y seguir la in - dicación de un letrero en el que se lee “Comida al paso”. Se llega a la casa de Ana Fuentealba Brito que sólo demora unos minutos en preparar bistec con papas fritas y huevo frito. “Yo s oy l a má s b enefic i ada de t odo e l pue b l o ” , asegura Ana, “aho ra me l l aman para ped i rme que pr epar e a l g o o para reservar alojamiento. La instalación de la antena ha s i gnificado un avanc e enorme para mi negoc i o” . En lo per - sonal, la vida de Ana también ha cambiado. Tiene tres hijos que viven fuera de Troyo y no poder comunicarse con ellos le provocaba una preocupación casi insoportable. La única for - ma de tener noticias era gracias a la ayuda de Carabineros. “El l o s s on nue s t r o s po l i c í as , pe r o ant e s , tamb i én , e ran l o s me n s a j e r o s ” , concluye Ana. Es cierto. Era el retén de carabineros donde los clanes se reunían para experimentar esos momentos mágicos en que se podían comunicar padres con hijos, hombres con sus mujeres,

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