TODO CHILE COMUNICADO

95 Como un milagro a medio terminar, el primer teléfono público lo instalaron en su casa. Lo atendía su hija, todo el día, y le entregaba los mensajes a todo el pueblo. En las madrugadas, si había alguna noticia, abría la ventana que daba hacia la casa de los Hueichatureo y con un grito hacía que el menor de la familia vecina repartiera los recados por la caleta a cambio de unas monedas. Pero el esfuerzo no era suficiente. Rosalba tiene lentes, pero no quiere mirar hacia adelante. Aunque acaba de recibir su título de dominio para su casa y la huerta que levantó en el patio ya está dando sus frutos, teme que su vejez sea gris. Como las viejas teleseries, le encantaría que el final de esta historia se perdiera en una cinta que jamás llegó. Han sido demasiados años de trabajo sin imposiciones y la diabetes está ganando terreno en sus ojos. Lo que lamantiene feliz son dos razones. Una es un pequeño huracán de cinco años que recorre la casa gritando abuelabuelabuela , como si fuera una sirena. Su nieto la ilumina. Lo otro es la conectividad, que llegó hace tres años, aunque para Rosalba ese día sigue siendo hoy. Ya entonces su hija vivía en Puerto Varas, donde se había mudado con otra nieta para que terminara la enseñanza media. Rosalba La ronda médica viene todos los meses, pero siempre nos atienden doctores distintos. Antes existía una radio a pilas donde se escuchaba el barco de pasajeros y nada más.

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