TODO CHILE COMUNICADO

55 un click. un segundo Es que todo lo que nos cuentan ya lo hemos visto en internet. La anécdota le sirvió a Hugo Cerda para cambiar su método. Desde entonces, su escritorio mira hacia la misma dirección que la de sus alumnos para así vigilar por dónde ellos navegan. También las instrucciones son más cortas y más precisas. Desde ese momento, lo miran menos y lo escuchan más. “Lo que antes yo debía graficar durante mucho rato, ahora lo encuentran en un segundo”. También le ha servido para dejar de sentirse imprescindible. Porque a él le cuesta apartarse de la escuela. Tiene su casa a un costado, comparte en los recreos y a menudo acompaña a los niños al comedor –instalado a unos cuantos pasos, en la junta vecinal, desde que un incendio arrasara con el anterior– y les conversa de cualquier cosa, mientras se terminan las lentejas, todas, todas, que si no, no hay postre. A menudo, además, está recibiendo a los apoderados, cada vez menos silentes y más comprometidos con el aprendizaje de sus pupilos. Cuando se van, se despiden tomándolo con ambas manos y con una reverencia que al profesor le incomoda. “Ser una especie de líder me dejó traumado”, dice, recordando cuando estudiaba tercer año de Pedagogía y le tocó hacer una práctica en el Hogar de Niños de Arica. Al final, estuvo diez años. Sólo después del segundo intento se pudomarchar. La primera vez que quiso irse lomandaron a llamar de vuelta. “Los niños no quieren seguir estudiando si tú no estás”, le dijeron. Le tocaron meses de trabajo convencer a sus jefes y a los menores de que las personas necesariamente tienen que pasar. En todo caso, en esta historia, Hugo Cerda no piensa pasar. En sus planes no pretende andar buscando su maleta ni le interesa recuperarla. La locura que su mano estrechada les hizo a los apoderados hace ya diez años aún no está del todo cumplida. Sabía que reencantar a los niños con el estudio era cuestión de tiempo. Sí, claro, también de recursos y de sacudir el olvido que se respira aún más fuerte que el aroma a guayaba que impregna el valle, pero la llegada de la conectividad le ha dado el sustento a su promesa.

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