TODO CHILE COMUNICADO

en 1987 , cuando vino el Papa, levantó una gruta para Nirivilo Alejandro Cáceres, escultor de Nirivilo, región del Maule Antes, mucho antes de que inventaran internet, mucho antes de que alguien siquiera se imaginara hablando por un teléfono sin cables, él ya se sentía conectado. Y no es que viviera en una gran ciudad. Empinándose con el brazo alargado, el niño Alejandro Cáceres recorría de la mano con su padre los campos que trabajaban en Nirivilo, un pueblo encaramado a medio camino entre Talca y Constitución y que por entonces, en los ’50, no alcanzaba a contar cien habitantes. Cuando llegaban al cerro, Alejandro le soltaba la mano, cerraba los ojos y dejaba que esas señales que le venían a su cabeza, cada vez más fuertes, cada vez más frecuentes, hicieran su tarea. “Siempre en el cerro había una conexión que me atraía. Me dejaba llevar. Había una energía muy potente que me decía que éste era mi punto”, dice ahora, más de medio siglo después, ahora que es Alejandro de Nirivilo, el artesano que crea enormes esculturas de madera y que, con internet y celular, se ha hecho conocido y las vende a medio mundo.

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