TODO CHILE COMUNICADO

18 Con la comunicación, todo en mi vida terminó por arreglarse. Los pescadores del sindicato programan las entregas a la ciudad a través del celular. servía ir a la escuela. “No aprendí nada de nada. Apenas pude leer y sacar cuentas, pero a esa edad supe que lo mío también estaba en la madera”. Sin que nadie le enseñara, le dio por construir botes. “Los miro y sé que puedo hacerlos”, dice. Con esas mismas manos es capaz de reparar motores, diseñar muebles de cocina e incluso pulir madera para construir viviendas. En el patio de su casa, desde donde apenas tiene que estirar el cuello para saber cómo va a estar la mar, levantó un pequeño taller donde trabaja en los largos días malos en que pescar es imposible: “Y me funciona. No me quejo, porque no todos mis compañeros tienen la misma suerte. Antes vendíamos un metro de leña, pero ahora está prohibido, porque no podemos cortar el bosque nativo. Entonces, había que ingeniárselas”. Su fama con la madera ha cruzado los ríos. Ahora lo llaman a su celular para pedirle diseños especiales. En esos días, la familia entera trabaja en el encargo. Afuera, las olas pueden estar enfurecidas, pero Iván no se queda con los brazos cruzados. “Me siento afortunado, porque antes dábamos bote. Podíamos estar eternamente esperando que la mar se calmara, primero, y que luego pudiéramos hacer el negocio, pero ni así teníamos la seguridad de poder lograrlo. Ahora si la pesca va mal, puedo moverme con los muebles y darle comida a mis hijos. Doy gracias a Dios, porque ahora estoy bien. Con la comunicación, todo en mi vida terminó por arreglarse”.

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