Chile desde el Aire

aceite vegetal, los bosques madereros y los lácteos. Recién a fines del siglo 20 comenzó el reconocimiento oficial a la cultura mapuche ancestral, con apoyo a sus formas de vida, asumiendo las autoridades la pluriculturalidad de la zona, lo que generó el desarrollo de turismo asociado. La presencia del Cerro Ñielol –lugar ritual y mirador de la ciudad- caracteriza a esta ciudad de traza regular y frondosa vegetación, la que se despliega en cuatro plazas céntricas y avenidas arboladas: Balmaceda, Prieto y Caupolicán. Ésta en una diagonal que corresponde a la propia carretera nacional, la que atravesaba toda la ciudad hasta la reciente creación de un desvío que la esquiva. El río Cautín, que la limita por el sur, tiene en su otra ribera a la localidad de Padre Las Casas, hoy integrada como se advierte desde el avión. Concepción –que fue la ciudad de la Guerra de Arauco, su base hispana de operaciones-, la funda un Pedro de Valdivia impresionado por lo que define como “la mejor pesquería que hay en el mundo, de mucha sardina, céfalos, tuñinas, merluzas, lampreas, lenguados y otros mil géneros de pescados”. Tam- bién destaca su bahía, el río, los cerros cultivables y la llanura extensa. Era, escri- bió, “la tierra más linda del mundo”. Fue la ciudad más importante en la Colonia, aunque expuesta a marejadas y constreñida entre el mar y la Cordillera de la Costa, como tantas ciudades chilenas, lo que luego obligó a cambiarla de ubicación. Aunque se desplazó la actividad portuaria fuera de su perímetro, a Talcahuano, debió ser fortificada por el asedio de los piratas. Vascos fundadores de familias chilenas desarrollaron ahí navieras para embarcar sus productos, pero tuvo que llegar la Independencia para que Talcahuano fuera Puerto Mayor y así, al fin, poder exportar y competir con las navieras extranjeras. El auge del Chile agrario del siglo 19, con sus exportaciones de toneladas de trigo a diversos países –Australia, Estados Unidos, Reino Unido-, fue un enorme impulso para las haciendas locales. En el mismo siglo se activa una poderosa minería de carbón. Para el 1900 eran poderosos los molinos industriales y, lue- go, también la refinería de Azúcar de Penco, los textiles de Tomé, Chiguayante y la propia ciudad, la loza de Penco, los vidrios planos de Lirquén, proceso que culmina con la usina de acero de Huachipato y el azúcar de Iansa. La Universidad de Concepción también será un logro de ese dinamismo, así como el Hospital Clínico Regional. En las últimas décadas, tras la decadencia de la harina de pescado, los texti- les y la loza, la economía se orientó hacia el mundo forestal maderero y agroin- dustrial. Es ahora el segundo polo industrial del país y cuenta con un puerto im- portante en Talcahuano, con un mercado de más de 600 mil habitantes. Como terminal del corredor bioceánico Bahía Blanca - Talcahuano, aspira a abrirse al continente como centro de negocios y transferencias. Si su actual imagen es muy moderna, no es por casualidad; el terremoto de 1835 derrumbó la ciudad colonial, y los de 1939 y 1960 obligaron a reconstruirla cada vez. Permanece, eso sí, un sello donde la flora arbórea tiene relevancia en el icónico Cerro Caracol y en parques y algunas ave- nidas, todo favorecido por una alta pluviosidad. Con cerros, dos ríos in- mediatos, cinco lagunas urbanas y una buena ubi- cación en el Valle de La Mo- cha, desde lo alto –a vista del avión- es muy pintoresca su morfología. El Concepción Metropo- litano está hoy integrado por Concepción y Talcahua- no; se extiende por San Pe- dro en la ribera sur del Biobío y crece a lo largo de su propia ribera hacia Chigua- yante. El gran río es, por ello, el protagonista principal en este escenario. Desde el avión, a los ojos de Guy se extiende enorme la mancha urbana, hacia el norte y el sur del cauce fluvial. Al norte de La Frontera, los siglos 17 y 18 definieron el mestizaje de sangres y culturas que da origen al Chile profundo. Es ese núcleo central donde más se asentaron los españoles –el de Ñuble, Maule, Mataquito, Colchagua, Cachapoal, Maipo, Mapocho-, y también en los primeros valles transversales, los más tem- plados; los de Aconcagua, Choapa, Limarí. Es el Chile donde más se concentran las ciudades, la población, las actividades; y donde es muy visible –al sobrevolarlo Wenborne en avión- el impacto de la acción humana en los paisajes naturales. Esta parte de Chile constituye una extensa zona fértil, rodeada de montañas orientales que se visten de blanco gran parte del año. Ante la costa, en tanto, emerge un mar de aguas frías y muchas veces agitadas, pero siempre muy ricas en fauna y flora marinas. Las espalderas de los viñedos le dan un sello. El ámbito mediterráneo del Viejo Mundo, el de los trigales y olivos, el de los viñedos de Grecia, Italia, España, Francia, encontró aquí un hábitat adecuado, en los valles de Aconcagua, Col- chagua y Maipo. Son los tradicionales del Chile histórico, a los que luego se su- maron otros, haciendo del vino, especialmente, un tema de la cultura nacional. La bondad climática del Chile Central, así como su aislamiento, aportan a Es ese núcleo central donde más se asentaron los españoles (…) y también en los primeros valles transversales, los más templados; los de Aconcagua, Choapa, Limarí. Es el Chile donde más se concentran las ciudades, la población, las actividades; y donde es muy visible –al sobrevolarlo Wenborne en avión- el impacto de la acción humana en los paisajes naturales. Z O N A C E N T R O 80 | 81

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