Chile desde el Aire

Pocos buscadores de oro tendrán suerte. Nacen algunas fortunas, es cierto, pero habrá otros que, con esfuerzo y tesón, penetran las pampas, los bosques y cruzan los glaciares, hasta establecerse, con sus cabañas dispersas en el paisaje, como colonos magallánicos. Inauguran el tiempo de los pioneros. La ganadería bovina se potencia por entonces, en estancias de miles de hectá- reas. Fueron de británicos la mayoría, necesitados de lana para su industria textil, ya que no era suficiente la producida con las esquilas de Escocia, Gales, Nueva Zelanda y las islas Malvinas. Encontraron aquí un amplio territorio, ideal para la crianza de ovejas. De los 11 mil extranjeros que llegaron, hablando los más diversos idiomas, mu - chos permanecieron ligados a las estancias o a Punta Arenas, la gran urbe del sur de América. Ahí también se embarcaban, en un 70% hacia Inglaterra, cueros de lobos y de focas, carbón y madera, plumas de avestruz y carne enlatada de centollas. Grandes frigoríficos, que se construyeron en las afueras de Punta Arenas entre 1905 y 1920, facilitaron las exportaciones de los productos locales, apo - yados por el ferrocarril que llevará sus rieles hasta los mismos muelles. Los barcos de las compañías de navegación -alemanes e ingleses-, fueron los pri- meros en difundir la calidad de la centolla magallánica, de la carne de cordero, de la leche local envasada, de las mermeladas que producían colonos suizos con los frutos de los bosques locales. La ciudad se transformó en el gran cen- tro financiero y económico de la Patagonia, muy próspero en las primeras dé- cadas del siglo XX, a pesar de la gran merma en navegación desde la apertura del Canal de Panamá, en agosto de 1914. Por entonces, para evitar el peligro de incendios, la madera se reemplazó por el ladrillo, cambio obligatorio desde 1928. Son sólidas las construcciones, muchas en buen estado hasta hoy, diseñadas para un clima riguroso y a cargo de buenos artesanos italianos y franceses. Entre Chiloé y Magallanes, Aysén fue el último territorio austral en co - lonizarse, la última frontera. En pleno siglo 20 trabajó el científico alemán Hans Steffen, en nueve esforzadas expediciones, hasta 1902, para com- pletar la cartografía de la zona; tras él, llegaron los nuevos pioneros a levan- tar sus cabañas. Coyhai- que, ahí donde confluyen el río del mismo nombre y el Simpson, fue el primer núcleo importante, la ca- pital de esta tardía “zona de colonización”. Steffen logró recorrer y cartografiar las tierras altas, donde están los grandes lagos General Carrera y Cochrane, origen de los caudalosos ríos que descienden hacia el océano: Baker, Cisnes, Puelo, Aysén, Manso, Huemules. Tras él recorrió la zona otro alemán, Augusto Grosse, contratado por el Ministerio de Obras Públicas como “explorador”. Tuvo la misión de escoger las zonas más aptas para poblaciones, caminos, muelles y senderos, así como los valles más aptos para las activida- des de los colonos. Por ser un medio duro para pioneros solitarios, con tal de generar emprendi- mientos se entregaron enormes concesiones a empresas como La Sociedad In- dustrial de Aysén, la Anglo Chilean Pastoral Co. (500 mil hectáreas) o la Sociedad Explotadora del Baker (cerca de 800 mil hectáreas), para que desarrollaran allí actividades productivas, agropecuarios o pesqueras. Hubo un costo que solo los años dejaron a la vista. Fue la “limpieza del monte”, incentivada por el gobierno a partir de los años 30, la que se tradujo en incendios que tardaron años en apagarse, los que destruyeron la capa vegetal dejando densos bosques nativos transformados en exten- sos cementerios de árboles. Son cerca de 3 millones de hectáreas las que quedaron desnudas, visión todavía espantable bajo la mirada de Wenborne desde su avión. A sus ojos, Aysén refleja bien lo accidentada de la Patagonia. Canales y fiordos, Hubo un costo que solo los años dejaron a la vista. Fue la “limpieza del monte”, incentivada por el gobierno a partir de los años 30, la que se tradujo en incendios que tardaron años en apagarse, los que destruyeron la capa vegetal dejando densos bosques nativos transformados en extensos cementerios de árboles (…) Z O N A S U R 20 | 21

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